pedorreta y sonríe: « ¡ Ah, tragoncete; eres un buen mamoncillo! Deja, voy a aliviarte.» Se arrodilla junto a la cuna posando su zarpa abierta sobre el vientrecillo. Su difunta le decía que tenía buena mano para curar. Ella tenía frecuentes dolores aunqueapenascomía.Sobretodotraseldifícil alumbramiento de Renato. «Sí, el golpe en la tripa el mejor contra el enemigo. Pero ¿ quién es enemigo ? ¡ Yo tenía bien claro