En ese momento su instinto de partisano le hace notar una presencia. Se vuelve de golpe, felino en tensión. En la puerta abierta una silueta. Maldice sus cavilaciones: le ha sorprendido el tedesco. Es Renato. Inmóviles, padre e hijo, se miran. Elviejoavanzay,caraacara,susurra: --¿Qué pasa? ¿Hice ruido? --Nada, padre. Creí que no estaba bien el niño, al verle a usted aquí.