El viejo se la estrecha y sólo acierta a decir «¡Bienvenida! » Ella continúa: -Llego tarde, ¿verdad? ¡Maldito tráfico! ¡Desde Martiri Oscuri hasta la plaza, el veinte parando a cada momento! ¡ Uf, Milán es odioso! Mientrashablaavanzahaciaelbañodeservicio sin hacer apenas ruido, a pesar de las botas. El viejo la sigue con los ojos hasta que la falda volandera desaparece justo antes de ser atrapada por la puerta