los tiempos. Seguro que si iba ahora a la habitación de la abuela se la encontraría conversando con él, diciendole que no con la cabeza, riendo sus bromas. --Tal vez el médico tenga razón y se trate sólo de una enfermedad. --¡No!--gritóMiguelconvehemencia--.¡Lasenfermedades no son así! ¡Yo estoy enfermo y no hago las cosas que ella hace! ¡La abuela ha pactado con el Hombre Invisible! ¡Sí, ha pactado con él!