movido por una suerte de inercia inexplicable, y se detuvo en el interior de la Zona, asistió impasible al desconcertante surgir de una claridad total e insospechada que parecía nacer de cada uno de los rincones de la habitación. --¡No!¡Laluzno!--intentógritar,altiempo que ante él los objetos luchaban por cobrar grises formas vacilantes. Todo se impregnó de un aire especial, casi de sueño, las voces resonaron con sinuosidades extrañas. En