espontáneamente, con el absurdo intento de afirmar ante los chicos su pertenencia al mundo del padre, de reclamar su papel de amigo viejo, amigo inseparable, amigo desconsolado. Ahora estaba inquieto y desazonado, arrepentido de haberse quedado. Unadensatristezasevertíasobrelamesa,descendía sobre los platos llenos, las copas transparentes, los cubiertos de plata. Un silencio durísimo se estaba levantando en torno a cada uno de ellos. En un instante dejarían de verse