solo. Como una cantinela, la anciana empezó a enumerar: --La señora mayor, como el hijo, café. El pequeño, como el padre y la abuela, café. Los mayores, té, como Genoveva... Por segunda vez prescindía del tratamiento a su señora. Dudóunmomento,yalfincreyóconveniente aclarar: --La llamo Genoveva porque la he visto nacer. La he criado yo... Había orgullo en su confesión y una sombra de tristeza