Ni mi mayo francés ni los constantes arrebatos de estos chicos que veo en la universidad me sacuden como antes en la médula. Me veo lejana, distante, un poco ajena. He debido perder mi hora. Probablemente no estoy en el lugar ni enelmomentoadecuados.PerodudoqueenFrancia, con un trabajo y un marido francés e hijos franceses a punto de iniciar su Bac, fuera mejor. Decia Julián: «Hay que gastar la vida; ésa es la única