, no la ruptura sino la conjunción, la gran mezcla universal, el gran baño en las aguas del comienzo, un estado más allá de pureza e impureza. La situación del cuerpo es inferior en el cristianismo. Pero el cuerpo es una potencia siempre activa y sus explosionespuedendestruiraunacivilización.Poresto sin duda la Iglesia pactó desde el principio con el cuerpo. Si no lo restauró en el lugar que ocupaba en la sociedad grecorromana, sí trato de devolverle su dignidad: