Esa es la verdad. El día es de los que mandan sí. Pero la noche es nuestra. En el muerto silencio de la casa sólo el viejo partisano vela. De pronto su oído alerta percibe los pasitos menudos.Sesientaenlacama.Sorpresa:nosealejan hacia el dormitorio de los padres. El viejo saca las piernas de las sábanas y coge sus zapatillas con manos estremecidas: « ¡ Bravo, Brunettino; el mío es tu camino! »