... « ¡ Ay padre, padre! », piensa. «¿Qué culpa tuve yo de no ser un dios como usted? » La mano joven se posa sobre la vieja. Inmóvil, evitando la caricia que sería rechazada por blandura. Derepente,aRenatolealarmaenelviejociertaexpresión doliente. -¿Le ocurre algo? -Aiu 'u scilu -sonríe el padre confesando su nostalgia-. Pero ¡ basta! ¡ Hay que estar