se agarrado a una pata de la mesa se ha dado con la cabeza por debajo del tablero y lloriquea rascandose el sitio dolorido. Hortensia y el abuelo se precipitan a consolar sus pucheritos. El viejo consigue sorprender con frecuencia a los etnólogos del Seminario, pero también ellos le asombranconsusrevelaciones.Resulta,porejemplo, que la Rusca mordisqueando su cuerpo no es cosa nueva; hubo gente antigua en el mismo caso. Uno fue -ahora se entera el viejo-- aquel hombre amarrado