Todavía me pregunté por qué Dilia esa noche pero casi en seguida dejé de preguntár, ahora me parecía tan natural que Dilia estuviera allí entredormida a mi lado, aceptando de vez en cuando un nuevo cigarrillo o murmurando una explicación de por quéahíenplenamontaña,quelahistoriaembrollaba hábilmente entre bostezos y frases rotas puesto que nada hubiera podido explicar que Dilia estuviera ahí en lo más perdido de esa ruta a medianoche. En algún momento dejó de hablar y me miró