los ojos, ya no tenía cuerpo, lo último había sido el dolor una y otra vez y entonces en mitad del alarido el aire había faltado de golpe, expirado sin volver a entrar, sustituido por el velo rojo como párpados de sangre, un silencio pegajoso, algoquedurabasinser,algoqueeradeotro modo donde todo seguía estando pero de otro modo, más acá de los sentidos y del recuerdo. No lo veía, los ojos dilatados le pasaban a través