en plena batalla esquivando las granadas del enemigo. --¡Estúpido! Pero ni Carmina ni Fagin habían sentido nada. El le susurraba algo al oído y ella sonreía. Después él debió de decir alguna barbaridad, porque ella se apartó ofendida y levantó la mano como si fuera a pegarle.Elseechóareír,dijoqueguapaestáscuando te pones furiosa, y la agarró de la cintura y la besó en el cuello. Entonces Agus empezó a reírse por lo bajo y Miguel le ordenó que no hiciera ruido.