Miguel no interrumpió su lectura ni para saludarle. Cuando aquél propuso que le contara alguna aventura de Tintín, sólo le dijo que se olvidara de Tintín y de aventuras. Entristecido, Agus repuso que hacía mucho tiempo que no habían entrado en la Zona Deshabitadaaexplorar.«Olvídatetambiéndeeso», contestó Miguel con frialdad. El primo retrasado se sentó en una silla y permaneció toda la tarde contemplandole con ojos mortecinos. Miguel fingía ignorarle pero,