mortecina Rosalía. Para la abuela, las flores no se secaban sino que las consumía la nostalgia de un cielo amplísimo y azul, y no había flores marchitas sino mutiladas o enfermas. También las había alegres y simpáticas o doloridas, tímidas, pesimistas, cariacontecidas. Lasfloresrisueñasrecibíansiempreunafrase amable y para las decaídas no faltaban palabras de consuelo dichas como al oído, casi sin despegar los labios. Los casos difíciles de flores enamoradas y no correspondidas merecían incluso
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RECIBIRI - Tomar o acoger [aquello que se da o que se entrega]