la vela --le dije a la Emilia. Haciendo pantalla con la mano introduje la vela que la Emilia me dio. A su palpitante claridad me fue dado ver un recinto ovalado del que arrancaba un túnel. La luz era incierta y hube de esperar a que misojossehabituaranalapenumbraparaaveriguar que lo que había tomado al principio por un perchero era en realidad un esqueleto pavoroso. Sin la menor prontitud de ánino deslicé por el hueco hombros, tronco