hecho tan habitual en él y leyó los párrafos que narran la destrucción de todos los frascos que contenían el elixir de la invisibilidad. Cuando dejó caer el libro sobre la cama, Miguel contemplaba pensativo el friso de laureles. --¿Vas a entrar a verla? Elniñonegóensilencio,conteniendoelllanto. Sin embargo, entró. La abuela le acogió con expresión serena y un reflejo de océanos inmensos en sus ojos. Con una seña le indicó que