se sientan obligados a hacerla. Se trata de un fenómeno capital y sobre cuya significación pocos se han detenido: hasta la segunda mitad del siglo XX, nadie se atrevió a poner en duda que la democracia fuese la legitimidad histórica y constitucional de América Latina. Conellahabíamosnacidoy,apesardeloscrímenesy las tiranías, la democracia era una suerte de acta de bautismo histórico de nuestros pueblos. Desde hace veinticinco años la situación ha cambiado y ese cambio requiere