la plaza Roma, paraje que alguna vez tuvo encanto, a pesar de la proximidad movida y bulliciosa de la avenida Leandro Alem. Conversaron. Viviana, tan linda y joven como siempre, le dijo que trabajaba por ahí cerca, en losescritoriosdealgunaempresa.Olindenlerefirió las dos entrevistas con el diablo. --Nunca me contaste la del salón de baile. --Porque no creía que fuera el diablo. --Tenías razón, y yo tengo, por