entender que lo guiaba el impulso de una inmadurez por cierto anacrónica. En su ya largo camino, Olinden llegó a una región por la que anduvo tiempo atrás y que había olvidado: el estrecho mundo de los viejos. Volvieron los achaques, lascavilaciones,lostemores,peroreaccionó: «¿Por qué tanta agitación? Lo veo a Sepúlveda y chau.» Con persistencia de viejo maniático, recaía en la ansiedad. «¿Le pregunté al doctor si cuando llegara