sus discos como regalo de cumpleaños, lo escuchó con una expresión de disgusto que difícilmente podía pasar inadvertida. --Si lo prefieres, suprimimos la música de nuestras clases --propuso Carlos sin rencor. El niño se encogió de hombros y pensó que, por lomenos,habíaconseguidoerradicaraquelenojoso gesto breve, no recordaba habérselo visto hacer en las últimas semanas. Ahora, sin embargo, incluso su mirada le incomodaba, cierta forma intensa de mirar que entraba en él