. Tengo algo que contarle. No sabe con qué impaciencia estuve esperando. Es algo extraordinario. Minuciosamente Rugeroni refirió que su chica, Marisa, lo llevó a ver una casa en venta, próxima a la estación de servicio, y que pasaron una hora larga viendocuartosyplaneandoladistribuciónde cama, sillas, mesa y otros muebles, mientras él repetía que no había plata y que si un día estallaba el fuego en la estación de servicio todo el vecindario iba