por su vocación, el médico se dejó acaparar por el trabajo, que era excesivo, y solía volver a su casa con los nervios alterados. Se disgustaron. A fuerza de conversaciones francas, llegaron a la ruptura y a la separación. Después de untiempo,lamujerpartióaFrancia,conlahija,a visitar a unos parientes. --¿Él no se opuso? --No tenía por qué. Nunca dejó de quererla. La respetaba,