quizá duerman la siesta.» Para no llegar intempestivamente, se demoró un rato por los alrededores del hotel y, sin advertirlo, se alejó. A eso de las cuatro se presentó en la casa de la señora Bellocq. La portera ledijoquetodoelmundohabíapartidodevacaciones. «¿La señorita Herrera, también?», preguntó. «¿La señorita Herrera? No conozco», respondió la portera, y agregó que la señora Bellocq había partido