, fue sólo despecho, y también una irritación difícil de reprimir si uno descubre que la persona es otra, no la que busca. El doctor Herrera en seguida comprendió. Un viaje inesperado En la desventura nos queda el consuelo de hablar de tiemposmejores.Conlapresentecrónicaparticipoen el esfuerzo de grata recordación en que están empeñadas plumas de mayor vuelo que la mía. Para tal empresa no me faltan, sin embargo, títulos. En el año ochenta yo