del libro bailaba la luz del Sur. David había oído hablar de Málaga a uno de los amigos de su padre. «En el invierno --decia-- allí vas sin abrigo. Una gloria sentarse en las terrazas de los cafés; una gloriaesaluzquesetecuelaentrelaspalmerasylos pájaros que cantan sin parar en la Alameda...» El padre se burlaba: «¿Por qué has vuelto a tu tierra si tanto te gusta el Sur?» Y el amigo, melancólico, no respondía.