desesperada esperanza de curarme (no me pregunten cuándo) y de reunirme con Daniela. Esperar no me bastó; imaginé. Soñaba con nuestra reunión. Como un exigente director de cine, repetía la escena hasta el cansancio, para que fuera más triunfalyconmovedora.Muchosopinanquelainteligencia es un estorbo para la felicidad. El verdadero estorbo es la imaginación. Llegaron de París noticias de que Daniela se había volcado íntegramente en sus trabajos y experimentos biológicos.