a la noche dejó la bicicleta en el portal y subió de prisa las escaleras. Quería estar a tiempo para la cena. Quería estar duchado y limpio para la cena. Tenía que frotarse para borrar las huellas del sudoroso trance,delcontactoamargoconlamujerqueleayudara en la torpe embestida de su virilidad... La puerta estaba abierta. El corazón le golpeaba en el pecho cuando gritó: --¡Mamá! Esperó un momento antes de entrar. Luego