. El negó con la cabeza, mirando el suelo, y fue entonces cuando le oyó recitar: «... de pronto su arma hundióse hacia adelante. Se oyó un grito de dolor. Las hierbas del suelo se inclinaron. No,nofueelvientoloquelascurvó.Fue el peso de un cuerpo humano, el peso del cuerpo de Wilhelm Storitz, traspasado por el acero el Corazón.» Alzó desconcertado la vista. --Dónde lo has encontrado