frente y en las sienes. Las lágrimas desdibujan el reflejo en las pupilas y se vierten por el ángulo externo del ojo. No pestañea, no mueve un músculo de la cara; sólo cuando la inmovilidad anega su padecimiento cierra los ojos yabatelacabeza,quiénsabesiconmovidopor su desolación. El gesto de sus manos cuando recoge los regueros que corren por su mejillas es un gesto de piedad; en seguida recompone la figura, para evitar diluirse en