aquellos labios y aquellos dientes blanquísimos la adorable sonrisa de la mujer de la foto. A medida que ella hablaba de su último reportaje en Sudamérica, iba Miguel venciendo su nerviosismo. Al poco rato, se había entregado ya al cálido murmullo de aquella voz y se sentía como quien desciendeporunasuavependiente. El abuelo permaneció toda la tarde con ellos, siempre de muy buen humor. Al final, mientras Mercedes buscaba los regalos en su bolsa, preguntó al niño