anunciarme que se habían casado. La sorpresa, la turbación, no me dejaba hablar. por último aduje que tenía hora con el médico. Yo estaba tan mal, que debió de creerme. No dudé nunca de que Massey había obrado de buenafe.Debíadefigurarsequenomequitabanada, pues yo me había alejado de Daniela. Cuando me dijo que su casamiento no sería obstáculo para que los tres nos viéramos como antes, debí explicarle que