cura, en esos primeros días, le había provocado efectos curiosos. Aclaró: «Acepte mis seguridades de que no bebí lo que se llama un trago del agua termal». Después del almuerzo, el yerno se retiró a la habitación, paracumplirfielmentelacura,queexigía siesta por las tardes, y Herrera y su hija emprendieron un largo paseo en automóvil de alquiler por los valles de la región, por las aldeas y las ciudades. Herrrera se maravilló