tan jóvenes, les había llevado a la cama tenía ya a estas alturas el mismo valor de una fotografía prendida con chinchetas a la pared de su cuarto y por eso no hablaban de él; pero de la vida hablaban como de sí mismos, hasta enronquecer, mientrascadaunocorríasusuerteporseparado. Escuchaban a Atahualpa y ella decía siempre: --Guitarrita del tiempo, en tanto los dedos del viejo cantor trazaban las emociones donde se iban asentando sus pensamientos.
MIR:047.08
CORRERIII - Pasar peligros, aventuras, o cierta suerte