Escucha el sonido de su propia voz. Abre los ojos. Deja caer la cabeza sobre el pecho. Alza la cabeza. Vuelve a mirar al techo. Intentó inscribir la forma del cuerpo en el techo, silueteándolo con un trazo de su mente al modo en quelospolicíascontorneanconunatizaelcadáver sobre el que trabajan; al modo en que tantas veces, aburrido, silueteó su mano izquierda en una hoja del cuaderno de apuntes con el lápiz en la