empujaría. Observó con rabia el borde desportillado y los trocitos de loza desprendidos en el choque: hacían la taza más inútil que habiendose roto en cuatro pedazos, más grimosa. Con suma paciencia los reunió en el cuenco de la mano y los arrojó a la basura. Estuvocontemplandolataza--aúnvolcada-- dudando entre servir el desayuno en ella o buscar otra; acaso pensando sólo en su indecisión, esa especie de pereza adherida al despertar que embebía su ánimo