, en la historia, hay que humedecer con sangre los ladrillos...» En el incidente de los rehenes la liturgia no se cumplió sino simbólicamente. Aunque hubo profanación y sacrilegio, no se consumó el sacrificio. Tampoco hubo juicio público: el gobierno iranio no cumplió su amenaza dejuzgaralosdiplomáticosycastigaraaquellos que resultasen culpables. Se trataba, de nuevo, de un acto litúrgico. Puesto que las revoluciones pretenden restaurar el orden justo del comienzo, necesitan apelar