en mandár esa misma tarde. Cuando salimos lamenté no haber pedido en canje tarjetas para asistir a la ceremonia. Abreu volvió a sorprenderme, al declarar: --Yo ni loco iría. --Pero ¿no te das cuenta? ¡Una ceremonia en palacio!¿Tehasdetenidoapensarquesemejante ocasión no se presenta dos veces en la vida humana? Todo fue inútil. Mis intentos de conseguir como aliada a doña Salomé fracasaron. Para ella, como para