de la que gozaba hasta que el maldito acto de unas horas antes lo echara todo por tierra, donde quedaría tan sólo una piel rota y cuarteada. ¿Realmente era así? En ese instante sintió que la desesperación aún pugnaba por abrirse pasoentresusemocionesperoalpuntoadvirtió y comprobó que no haría cubil en ellas, pues corrían ya el campo bajo distinta bandera, apresurandose en la dirección contraria a la del reciente miedo. La impetuosa caminata refrescaba su