! «No sería capaz», piensa el viejo, pero le basta el grito de Renato para exultar de júbilo, porque el súbito silencio de la mujer y el choque de su cuerpo cayendo sobre la cama la declaran sometida. Tan desconcertada quenillora.Yelsilencioimpuestopor Renato se ahonda, se adueña de la casa. El viejo retrocede hacia el cuarto de baño, volviendo a cerrar la puerta sigilosamente. Respira hondo. ¡Al fin! Ya