vacío de Ajax. Me apoderé de todo ello y así disfrazado salí de la academia y volví a bajar las escaleras entonando una coplilla y confiando en que la escasa iluminación del zaguán camuflase mis mejillas hirsutas y mis pilosas pantorrillas. Por suerte, el portero y el individuo se habíanenzarzadoenunaacaloradadiscusión,enla que ambos parecían estar de acuerdo, sobre lo cara que se había puesto la vida, sobre la inminente subida de la gasolina y sobre lo mal que se comía por