. En la jaula de sus costillas, su corazón era un pájaro loco rompiendose contra los barrotes. «Cuidado, Bruno, cuidado... Sí, esta noche me he pasado, me he confiado, pero ya no más. He de ganarle lacarreraalcabrón;durarmásqueél...¡Yduraré, ya se ha visto! Es que mi Brunettino me da vida... Para él llegaré a sentarme bajo la parra viendole jugar... Por lo menos un verano... ¿Y por qué