la ceñían, el paso casi a la carrera entre las tablas rotas del hangar, un olor a la vez joven y salvaje de cuero y sudor, una barba oscura de tres días, una boca quemandole la garganta. Nunca quiso hacerle daño, nunca había dañado paraposeerlopocoquelehabíasidodadoenlos previsibles reformatorios, solamente era así, veinticinco años y así, todo a la vez lento como cuando tenía que escribir su nombre, Robert letra por