Massey se consideraba con todos los derechos; porque se casó con ella cuando la dejé partir. Dije: --Yo le llevo los chocolates. Me los dio, vacilando, como si mi pedido lo desconcertara. Cuando llegué a su mesa, Daniela me miróenlosojosymurmuró: --Mañana, a esta hora, aquí mismo. Dijo también otra palabra: un sobrenombre, que sólo ella conocía. En un halo de felicidad salí del bar. Como si