observé: --Sin embargo los números cantan. La ciencia estadística no deja lugar a fantasías. Lo recuerdo como si fuera hoy. En días de gran calor se ponía bajo la papada un pañuelo de inmaculada blancura, a modo de babero para proteger la corbata.Exageradaprecaución:mentiríasidijeraque alguna vez lo vi sudar. Pasandome un amargo, preguntó: --¿Desde cuándo, recluta, las estadísticas le merecen tanta confianza? Amistosamente me llamaba recluta.