por otra parte no se me ocultaba que sus arengas por radio, de las 7 a.m., alentaban torvos prejuicios, alardeaban de una insuficiencia del todo injustificada y socavaban nuestras convicciones más generosas. A lo mejor por la manía suya derepetirunamáximafavorita(«Medirástuamor al país, por tu odio a los otros») dieron en apodarlo el Caín de antes del desayuno. Me cuidé muy bien de protestar por esas burlas. Lo cierto es que si yo