él mismo había elegido, aceptado, construido en el mundo de Genoveva, no fuese un obstáculo, ni siquiera la causa de su planeada deserción. No hizo reproches, no habló de errores ni fracasos. Parecía tan sólo arrastrado en la gravitación arrolladora del recuerdo. «NopuedoolvidarIbiza.NopuedoolvidaraAnnick...» --Lo entiendo --dijo Genoveva sorprendentemente, y Julián tardó un instante en comprender que se refería a su anterior observación--. Lo entiendo en David. Tendía