que yo imaginaba: serpientes al acecho, espinos gigantescos, trampas dispuestas para atrapar fieras. Porque aquí todo tiene una estremecedora dimensión de continente recién descubierto, no explorado, no medido, brutal y nuevo y silvestre todavía. Quizá estos niños descalzos que se pierden entre los árboleshanolvidadoelmiedo;hannacidoalaorilla del misterio y conocen lo que puede encontrarse en la quietud de la maraña. Son los adultos, me decía a mí misma, los que aún